domingo, 12 de mayo de 2013

A su lado.


Vale, no. No puedo mas.
He intentado ser fuerte pero esto me puede.
Tengo ganas de tirarme de los pelos,
gritar, tirarme a la cama y echarme a llorar.
No os asustéis, no me pasa siempre,
solo cuando siento que le necesito.

Está lejos, demasiado para mi.
Tanto que no puedo verle siempre que quiera.
Las noches son un suplicio para mi,
pienso, y entre otros pensamientos siempre sale él.
Y cierro los ojos deseando un nuevo día
para tener una nueva oportunidad de ser feliz.

Las 11 de la mañana. ¿tan difícil es que llegue esa hora?
¿Por que tiene que ser todo tan duro?
¿Por que no puedo cerrar los ojos,
y abrirlos deseando estar entre sus brazos?
Mi vida sería mucho mas fácil si así fuera.

En estos casos recurro a la imaginación.
Me imagino escenas con nosotros de protagonistas,
donde todo es posible,
donde no tengo que esperar a una hora concreta
para poder verle a la hora del patio.
Que feliz seria...

Otras veces mi mente crea historias
con mis queridos Jack y Robert.
Personajes sacados de mi mente,
destinados a luchar por su felicidad juntos hasta el final.
Hasta el fin de sus días.
Me siento tan identificada...

Estas historias me enseñan que,
si quiero la felicidad,
tengo que ser paciente.
Y esperar a ver su cara,
para sonreír y seguir con mi vida,
feliz...


A su lado.





jueves, 9 de mayo de 2013

La noche de Jack y Robert.

Miré el reloj por decimoquinta vez. No venía. Maldita sea, Robert se ha vuelto a ir de casa. Y todo por culpa de nuestra estúpida discusión en la que ni yo mismo consigo recordar el motivo. Empezamos a discutir y llegaron los gritos. Cada vez mas y mas. En un momento dado, él se dirige a la puerta y la cierra con todas sus fuerzas. El reloj tiembla por el golpe. Eran las 13:05. Ahora, casi las 00:00 y él no da señales de vida. "Estoy harto", pensé. "Si quiere venir, bien, y si no quiere, ¡que haga lo que quiera!" Intenté no preocuparme, fingir que no me importaba que el hombre de mi vida se había marchado por esa puerta y no había vuelto aun... Y lo conseguí. Hasta que me tumbé en la cama. Entonces fue cuando empezaron las lágrimas. Caían con suavidad, mojando la almohada tan especial que compramos en una tienda el mismo día que nos fuimos a vivir juntos. Recuerdo perfectamente ese día por que acabamos haciéndolo en la terraza, que estaba descubierta porque aún no habíamos puesto el toldo que lo cubría entero(pobres vecinos, los de enfrente). Eran buenos recuerdos, pero ahora todo se había ido a pique.

A punto de dormirme, noté como algo me abrazaba por detrás. Sabia perfectamente quien era. Estaba tan cansado que ni me había dado cuenta de que había abierto la puerta de casa. Estuve a punto de preguntarle donde había estado, pero no me atreví. De pronto, un escalofrío me recorre todo el cuerpo al notar que su boca se acerca peligrosamente a la mía. Me da un beso suave y largo. Acto seguido acerca sus labios a mi oreja. "Lo siento", me dijo con un tono de voz que me hizo tener otro escalofrío. "No tengo excusa. Estaba enfadado y te dije cosas horribles. Tampoco ha sido muy inteligente marcharme durante casi 11 horas sin decirte nada. Simplemente, perdóname." No dije nada. Estaba enfadado y dolido. Pero, mas que nada, quería que siguiera abrazándome, ya que la textura de su piel es el tacto mas suave que he experimentado nunca.

De repente, me dejo ir. "No, por favor", pensé. "Sigue, abrázame  ¡no me dejes ir, por favor!" Pero no tardó en volverme a tocar. Sus manos se iban deslizando hacia la parte de abajo. Notaba dolor. Y placer. Sobretodo placer. Pero seguía enfadado, y no quería que me dejara llevar. Le cogí la mano que me tocaba y  la saqué fuera. "Para.", le dije secamente. "¿Sigues enfadado?" Asentí. Noté como si hubiera desistido de intentar reconquistarme. Lo noté distante. En parte, es lo que quería. Y en parte no.

Sin previo aviso, se coloca encima mio. Me agarra la cara con las manos. "Mírame a los ojos." Hice lo que me dijo. Sus ojos estaban preciosos. Mas que nunca. Pero había algo que no me gustaron de ellos en ese momento: estaban llorosos. Él también había sufrido y ni me había dado cuenta. Me sentí una persona horrible. "Lo siento mucho. Estoy fatal por que sé que estas enfadado conmigo." Tonto, dejé de estarlo en cuanto te miré a los ojos. Pero no te lo dije. Me limité a levantarme, mirarte de nuevo a esos ojos preciosos, y besarte con ternura y pasión esos labios tan suaves.

El no tardó en reaccionar. Poco a poco me quitó los botones de la camisa. Yo, intentando seguir su ritmo, agarré la parte de abajo de la suya y la subí hacia arriba , mientras él subía los brazos para que me fuera mas fácil sacarla.  A partir de ese momento, no podía respirar con normalidad. Suavemente me tumbó y me quitó los pantalones y, por que negarlo, la ropa interior también. Me mordía el labio mientras él admiraba cada parte de mi cuerpo y le demostraba amor. Cuando pensaba que no podía soportar tanta pasión, me acerca la boca a la oreja y me susurra: "Date la vuelta."






Recuerdo esa noche como si hubiera sido la primera. Sus caricias, sus besos en mi espalda, el dolor que al final se transformaba en placer puro y duro... Le amo. Y no me importa lo que pase ni cuantas discusiones tengamos, por que él siempre está y estará conmigo. Ya que a pesar de haber tenido la discusión mas grande que hemos tenido nunca, él siempre consigue acelerar mi corazón y hacerme vivir noches increíbles.
Él siempre estará dentro de mi. Desde siempre. Y también para siempre.