martes, 30 de abril de 2013

Un nuevo mundo que empieza por A.

Inspiro. Sonrío.
Expiro. Rio.
Camino. Me enamoro.
Vivo. Soy feliz.


Demasiadas emociones juntas, ¿no? No puedo evitarlo,
He vuelto a nacer en un mundo nuevo,
donde conoces lo bueno y lo malo, sin falsedad.
Donde sabes que todo se puede acabar algún día pero,
por otra parte, nadie tiene relojes ni se preocupa del futuro,
solo viven el ahora, el tu y yo, el nosotros...

En ese mundo la gente se enfada tambien.
Algunas discusiones son tan fuertes que, incluso,
llegan a destruirlo por completo.
Pero ese mundo te da la oportunidad de agarrar a esa persona,
mirarle a los ojos, y decirle que lo sientes. Esa es la mejor parte.

Ese nuevo mundo empieza por A.
Puede ser amor...
puede ser amistad...

Pueden ser las dos cosas.
Puede ser. No lo niego.

Pero la A tiene un significado especial para mí. Mas que un mundo. Mas que una amistad. Mas que amor.
Es algo mágico.

Te amo, A.

miércoles, 17 de abril de 2013

La historia de Jack y Robert.


Con esos ojos azul cielo, Robert miraba a su alrededor. Le impresionaba todo lo que veía en aquél parque. Era normal, solo tenía 2 años, a punto de cumplir los tres. Mientras jugaba, una hoja del árbol en el que estaban debajo se posó encima de su cabeza. Su madre, que compartía con él el color platino de su pelo, le sujetaba con dificultad. Era un niño que desde poco después de nacer ya había demostrado ser muy activo. Le gustaba correr, saltar, descubrir cosas… Pero había algo que aún no había descubierto: una amistad que destinaría su vida para siempre.

Nada ni nadie ha podido explicar nunca que fue lo que llevó a Robert a posar sus ojos de príncipe sobre un niño, desconocido para él. Este niño, de pelo oscuro y ojos marrones, tenía ya los tres años cumplidos. Ambos eran casi de la misma edad. De lejos parecían congeniar. Y no se equivocaban. De repente aquél niño comenzó a correr. Corría hacia Robert, con los brazos abiertos y una cara sonriente, como si quisiera coger a Robert y no dejarle ir. En cierto modo, ese hecho nunca cambió entre ellos.

Por desgracia, en sus tres añitos no había aprendido a correr muy bien, hecho que le llevó directamente a caerse al suelo. Se echó a llorar desconsoladamente. Su madre, con preocupación, se abalanzó sobre él para socorrerle y consolarle. Por suerte no se hizo nada. Observando esta escena, Robert se acercó a ellos. Sin conocer de nada a ese niño le abrazó. El chico dejó de llorar al momento. E, incluso, le dedicó una tierna sonrisa. Robert le devolvió la sonrisa. Las madres de ambos se miraron enternecidas. Comenzaron a charlar con una naturalidad impresionante. De mientras, los pequeños jugaban y jugaban entre ellos. Ninguno de los cuatro sabía que acababan de iniciar  una amistad más que poderosa.





Doce años después…



Jack, el niño de pelo oscuro y ojos marrones, se pone la mano en el pecho. Acaba de llegar a casa muy nervioso después de vivir una de las experiencias más extraña,  pero a la vez dulce, que había vivido en su vida: en un momento de tristeza donde le confesaba a Robert que no sabía quién era se miraron a los ojos. Aquella extraña atracción que habían sentido la primera vez que se vieron, volvió a ellos. Sus labios estaban cada vez más cerca, hasta que se tocaron. El beso, tal y como lo describieron años después, fue lo más maravilloso que vivieron hasta el momento. Por muchas parejas que hubiesen tenido (todo chicas), esto era nuevo para ellos. Sus corazones nunca les habían latido tanto, nunca les había costado tanto respirar hasta ese momento…

Los momentos posteriores a ese beso fueron los más difíciles de soportar. Ninguno de los dos quería romper ese silencio, ni siquiera para preguntar qué había pasado. Se callaron. Sus mentes se volvieron como locas creando dudas sin parar. Pero había una que reinaba entre todas las demás: ¿Quién había besado a quién? Por muchas dudas, había una cosa que tenían muy clara, y es que ese beso había sido genial. Se gustaban. Y no podían negarlo.

A los dos costó dormir  esa noche. Y la siguiente. Y todas las noches de su vida, desde aquél día, 20 de febrero, que se les quedará grabado en la memoria de ambos. Se amaban. Y por muchas discusiones que tuvieran, se necesitaban. Juntos, consiguieron afrontar las negativas de sus familias a su relación por ser, simplemente, dos hombres. Juntos, tuvieron su primera noche en la que se entregaron el uno al otro, y que sería la primera de otras muchas. Juntos, vivieron durante toda su vida y se apoyaron mutuamente. Juntos envejecieron siendo un matrimonio rodeado en todo momento por sus hijos, que fueron fruto de su lucha constante contra la sociedad y los que se negaban a permitir que ambos fueran felices.  




Así, Robert y Jack, Jack y Robert, vivieron una verdadera historia de amor. Sus manos se juntaron un día, bajo un árbol, y jamás se volvieron a separar.

 .

miércoles, 10 de abril de 2013

La felicidad llega.







Después de meses sufriendo, 
puedo afirmar con toda seguridad 
que la felicidad llega.

A veces tarda mucho, demasiado, 
 o a veces está a la vuelta de la esquina. 
El problema es creer que vives en un círculo, 
sin esquinas.

Pero todo llega. 


El 28 de febrero puede parecer un día normal, 
pero no lo es. 
Mejor dicho, no lo fue.

Había MUCHA timidez, 
pero cuando echo la vista atrás pienso:
¡que tontos que fuimos por no habernos atrevido antes!
Esa timidez, me pregunto yo: ¿donde está ahora?

Realmente no me importa. 
Es mejor que se haya ido, 
ya que ahora soy feliz.




Estoy en blanco. 
Realmente no se que mas escribir.
Es que siento que debo compartir mi felicidad,
explicárselo a alguien, pero...
Simplemente no puedo.

El motivo es que pienso en él, 
y al hacerlo no puedo concentrarme en otra cosa.
Me llena. Me hace sonreír.
Aun que sé que soy una persona que sonríe con facilidad.
Pero las sonrisas que él me provoca son muy diferentes...

Le quiero...
Le amo...
Le adoro...
Le admiro...



Me hace feliz y... ¿Por que negarlo? LE AMO.